miércoles, 16 de enero de 2013

De por qué el arte no puede ser algo subjetivo

¿Qué es el arte? Casi todo el mundo coincide que es algo que tiene que ver con objetos o imágenes sensibles (visuales, auditivas…). Por ejemplo: un paisaje, un cuerpo, una pintura, una canción, el ritmo y las imágenes que genera un poema… Es decir: el arte tiene que ver con la imaginación, con la capacidad para captar o crear imágenes. Pero no toda imagen es “arte”. Sólo aquella que “nos gusta”. El arte tiene que ver, por tanto, con las emociones, pues el gusto es un tipo de emoción. Pero no todo lo que nos gusta es “arte” (también nos gusta que se nos trate con respeto, o beber cuando tenemos sed); el gusto artístico o “estético” es aquel que se despierta ante lo que es bello (o, como diría mi colega Juan A. Negrete, ante esa alusión indirecta a la belleza que es el arte de lo feo, lo grotesco o de lo terrible del mundo)… Diríamos entonces que la obra de arte es aquella imagen o representación sensible cuya belleza (en positivo o en negativo) despierta en nosotros esa emoción especial que es el gusto estético…

Ahora bien: ¿por qué nos gustan unas imágenes y no otras? ¿De qué depende que algo (un cuerpo, una pintura, una canción, un poema…) sean o no bellos? Esta es la pregunta fundamental de la Estética (que es la rama de la filosofía que se ocupa del asunto de lo Bello en sí). ¿Qué es, pues, la Belleza?...

Antes de ensayar una definición de belleza hemos de preguntarnos si ésta definición es posible. Mucha gente piensa que no hay una definición objetiva y única de belleza (aunque supongo que sí defenderían la objetividad de su juicio acerca de la subjetividad de lo bello). Suelen justificar su opinión en el hecho de que los juicios acerca de lo bello cambian de persona a persona y de cultura a cultura. Es un hecho que a personas distintas les parecen bellos o feos poemas o cuadros distintos. Y es un hecho que lo que es bello durante una época clásica no lo es durante una época barroca, etc. Ahora bien, estos hechos no prueban que lo bello sea en sí algo subjetivo o relativo, sino sólo su apreciación. Del mismo modo: constatar que individuos o culturas distintas tienen distintos juicios acerca de un fenómeno físico no prueba nada contra la objetividad de la física. Puede ser que los individuos están mal informados, o que las culturas estén en distinto grado de desarrollo.

Para probar que una definición objetiva es necesaria debemos acudir a argumentos lógicos (los experimentos –antropológicos, psicológicos— acerca de la universalidad de los patrones de belleza tienen cierto interés, pero no son muy concluyentes: su verdad es sólo probable, y suponen problemas complejos de interpretación --por ejemplo: para hacer el experimento es necesario predeterminar "a priori" un mismo significado de belleza para todos los que participan –). Pues bien, estos argumentos lógicos pueden ser:

(a) Si la definición de belleza fuera subjetiva (propia a cada sujeto o individuo) porque, por ejemplo, dependiera de estados emotivos particulares (como el “gusto” o el placer subjetivo y cosas así), entonces no habría definición posible para "bello" (todo podría ser y no ser bello a la vez). Incluso estaría injustificado que utilizáramos la misma palabra “bello” para designar lo que te gusta a ti y lo que me gusta a mí, pues el significado de esa palabra podría no ser el mismo. Lo bello sería entonces indefinible. Pero entonces nadie podría saber que lo que él mismo siente es “belleza” (cada uno tendría que inventar, quizá, un concepto y una palabra distinta). De hecho, cuando alguien usa el término “bello” (este libro es bello, este cuadro es bello, etc.) presupone un significado fundamentalmente común para él y para los que le escuchan.


(b) Del mismo modo, si lo bello es una convención relativa a cada época y cultura, cualquier definición de belleza sería igualmente válida. Lo que es bello para los griegos antiguos podría no serlo para los japoneses contemporáneos. Todo podría ser bello y no serlo. Esto haría potencialmente contradictoria toda definición de belleza. Luego no sería posible ninguna definición racional. Es decir, ninguna definición, pues una definición no racional ¿sería comprensible?, ¿sería una definición?

(c) Si afirmamos que “lo bello es subjetivo” o que “lo bello es relativo” o que “lo bello cambia”, estamos asumiendo que “lo bello” es siempre lo “bello” y que, a la vez, aun siendo siempre lo mismo, cambia. Esto es como decir que lo bello es y no es lo mismo, lo cual es contradictorio. Si, por ejemplo, decimos que “lo bello es relativo a cada cultura” estamos diciendo que lo bello se da de modo distinto en cada cultura pero que siempre es lo bello. Esto es decir que lo bello es a la vez lo mismo y diferente. ¿Pero en qué proporción? Si lo que cambia (lo diferente) es algo fundamental, entonces lo bello sería fundamentalmente distinto para, por ejemplo, griegos y japoneses, luego no sería lo bello para ambos. Y si lo que cambia no es algo fundamental, entonces lo bello será fundamentalmente lo mismo para todos. Pero en este último caso, si lo bello es siempre fundamentalmente lo mismo, será porque es algo objetivo y absoluto, no subjetivo o relativo.

Aunque falta saber lo que objetivamente es bello (a eso dedicaremos otras entradas), no es moco de pavo sustentar que esa objetividad es posible y que, por tanto, es posible el juicio estético (cosa que todos, en realidad, admiten, incluso los que niegan que se pueda definir el arte --¿cómo podrían saberlo sin suponer una noción válida acerca de aquello que resulta indefinible?--). En suma, no todo es arte, ni todo debe gustarnos (a veces nos equivocamos, nos vence el mal gusto y nos gusta lo que no es realmente gustoso).



Imágenes:
(1) Hacer arte con zapatos (Gwen Murphy)
(2) Hasta la muerte (F. Goya)
(3) Lamento (Katsukaw Shun-ei. S. XVIII).
(4) Hermes de Praxíteles (s. IV a.C)

No hay comentarios:

Publicar un comentario